Aquí estoy intentando sujetar las horas,
y apenas puedo,
se me escapan los segundos furtivos,
como el agua entre los dedos,
dejando a los minutos huérfanos,
que como kamikazes, se van asesinando los momentos.
Se suicidan las palabras,
Estrellándose contra el papel,
dejando huérfanas las páginas,
en una mancha ilegible,
que nada tiene que ver con un poema,
dejando triste y desabrigada, la noche.
Se van suicidando las miradas,
opacadas por la pared,
que han levantado las armas,
en una guerra sin sentido, ni cuartel,
y en el olvido de la memoria frágil,
que ya no recuerda el ayer,
y tiende a repetir la historia.
Se va suicidando el corazón,
y se van levantando las banderas,
en el baile de la sin razón,
en el baile de quien puede más,
a ver quién la tiene más grande,
y no me refiero al alma,
si no a la más insensata inhumanidad.
Vuelan los días,
y lo que eran meses,
se hacen años y números,
sembrando el hambre y el miedo en las calles,
dejando viudas en cada portal,
y huérfanos por culpa de cobardes,
que se esconden tras su burbuja de cristal.
Aquí estoy intentando sujetar las horas,
y apenas puedo,
se me escapan los segundos furtivos,
como el agua entre los dedos,
dejando a los minutos huérfanos,
que como kamikazes, se van asesinando los momentos.
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