No estamos en los principios, ni en los finales,
aquí sentados en nuestra nube observando el tiempo,
y ese reloj que mueve sus agujas sin piedad,
cada segundo pasa en un goteo imparable hacia el olvido,
y los segundos van clavando en la tierra sus garras como buitres alados,
Llevándose la esperanza y dejando el hoy con dolor.
Hoy como ayer el pez grande se come al pequeño,
y cuantas veces he de arrodillarme y rezar para que algo cambie,
el sol de esta mañana llega con retraso,
el llanto de la desesperación recorre las calles,
a lo lejos siguen sonando las sirenas y se oyen gritos de dolor,
mientras en cada rincón se percibe el olor a muerte.
La vida ya no tiene valor para algunos,
todo pasa a ser un negocio, de armas, de petróleo,
la muerte se ha instalado en el alma de los hombres,
y el demonio vuelve a recorrer la tierra sin que nadie haga algo,
mientras miles de inocentes mueren segados por la guadaña,
víctimas del odio, el fanatismo y la sin razón.
Los hombres destruyen a los hombres,
Llevándose por delante todo a su paso,
sin distinción de ancianos, niños y mujeres,
todo da igual, ya nada importa a los que manejan los hilos,
nos les importa mirar para otro lado sin escrúpulos,
la tierra les pertenece, y la vida de otras personas les es indiferente.
Malditas guerras y malditos aquellos,
que coleccionan almas asesinadas por hacerse más ricos,
malditas guerras y malditos aquellos,
que entierran la paz en fosas comunes de miles de inocentes,
que lo único que quieren es vivir en paz su vida,
y tener un trozo de pan cada día que llevarse a la boca.
No estamos en los principios, ni en los finales,
aquí sentados en nuestra nube observando el tiempo,
y ese reloj que mueve sus agujas sin piedad,
cada segundo pasa en un goteo imparable hacia el olvido,
y los segundos van clavando en la tierra sus garras como buitres alados,
Llevándose la esperanza y dejando el hoy con dolor.
Cuantos más han de morir,
para que los señores que mandan sacien su sed de sangre.