Hoy no quiero escribir,
No quiero escribir, ni de ti, ni de mí,
No quiero tentar al destino,
Ni me apetece retar al olvido, por ti.
Ni pretendo desandar el camino,
Que un día elegí.
Hoy no quiero escribir,
Ni quiero desterrar a la soledad,
Y a estas horas inoportunas,
No me voy a quejar, ni a mirar la luna,
Ni quiero encadenar mi libertad,
Con otra condena, con otra tortura.
Hoy no quiero escribir,
Ni a la locura, ni a la cordura,
Ni al amor, ni al desamor,
Ni a esa estrella que se agarra a mi alma,
Esperando una razón,
Para saltar al abismo de un ajado corazón.
Hoy no quiero escribir,
Al compás de un reloj,
Que mueve sus brazos con agonía,
Al son de un tictac tenebroso,
Dejando una sobra opaca y fría,
Que se posa en el colchón,
De una cama desierta,
Gritando entre minuto y minuto,
Quiero ser tu redención.
Hoy no quiero escribir,
ni al destino, ni a la desdicha,
ni a esos años que pasan como segundos,
ni a los pasos que borra el agua hechos en la arena,
ni quiero escribir al vivo, ni al moribundo,
ni a los plateados que se posan en mi cabeza,
no quiero perder escribiendo ni un solo segundo,
a la rutina que encarcela, encadena y mata.
Hoy no quiero escribir,
al latido del corazón si no se siente,
al amor que muere asesinado por la espalda,
a la mirada violenta y cobarde,
a la mano alzada que cae como guadaña,
segando un corazón inocente,
haciéndole daño a un alma.
Hoy no quiero escribir,
a la fealdad del mundo,
a lo mundano, ni a lo oculto,
al la frialdad de un beso sin amor,
al abrazo fúnebre de quien no siente,
no quiero escribir, ni a Adanes, ni a Evas,
no quiero escribir jamás a tantas serpientes.