Escape de todas las historias,
esas que hablan mal de mí,
y en un salto suicida,
me entregué a la libertad,
de las noches perdidas,
que huelen a cerveza,
y tienen sabor a besos profanos en un portal.
Jugué a la ruleta rusa,
y me entregué sin pensarlo,
a una desconocida que pasaba por allí,
y en luna de miel navegué frente al malecón,
en un velero que atracaba en el fondo de una botella,
con una flaca que tenía la piel canela y sabor a ron.
Me despedí de cada día,
y en un acto de sinceridad,
entregue mi alma a la luna,
y deje que el demonio coqueteara conmigo,
sin ponerle pegas, ni trabas,
dejándome arrastrar a lo más profundo,
de los mares perdidos que nunca navegue.
Cuando más perdido estaba,
a punto de saltar al abismo,
unos labios rojos, pasión,
me hicieron un guiño,
y me dejaron sitio en su colchón,
y deje de ser vagabundo,
y deje de mendigar por amor.
Escape de todas las historias,
esas que hablan mal de mí,
y en un salto suicida,
me entregué a la libertad,
de las noches perdidas,
que huelen a cerveza,
y tienen sabor a besos profanos en un portal.
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