Cada día va la moza a la madre del agua,
con su pelo negro y el barreño de la ropa,
con la lavandera de madera y una sonrisa en la cara,
mientras yo la miro, ella me ignora y canta,
canciones que a mí me gustan,
canciones que me emocionan y me enamoran el alma.
Cada día va la moza a la madre del agua,
a lavar la ropa en el arroyo para llevarla limpia a casa,
mientras yo la miro atontado cayéndoseme la baba,
pues no ahí en el pueblo moza más buena y brava,
que la hija del señor Pedro, lista, espabila y guapa.
Cada día va la moza a la madre del agua,
andando con gracia y salero, con arte y elegancia,
y yo la sigo de cerca, de cerca hasta su casa,
y luego entra dentro y ya no sale hasta mañana,
que yo la esperaré en el puente, en el puente de la madre del agua.
Cada día va la moza a la madre del agua,
con su pelo negro y el barreño de la ropa,
con la lavandera de madera y una sonrisa en la cara,
mientras yo la miro, ella me ignora y canta,
canciones que a mí me gustan,
canciones que me emocionan y me enamoran el alma.
Cada día va la moza a la madre del agua,
y yo me siento en el puente hasta que ella acaba,
y la miro, y la miro, sin poder dejar de mirarla,
pues mi corazón tiene dueña, a ella la doy hasta mi alma,
yo voy a pedirle a su padre la mano,
para hacerla para siempre mi compañera,
para hacerla para siempre mi amada.
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