jueves, 25 de enero de 2024
CUANDO TE HAYAS IDO
AQUELLOS TIEMPOS
Donde se han quedado aquellos tiempos,
aquellos tiempos pasados,
el burro capón y la cabra mocha,
el sacho y la cesta que me regalaron,
los juegos de aquellos días,
y la niñez que se me escurrió entre las manos.
Donde ha quedado la escuela,
los chaguarzos, las jaras y los regatos,
el olor a tierra mojada, a tomillo y lavanda,
los olivos, los ciruelos y los cerezos,
y aquella villa a la falda de la montaña.
Donde se han quedado los consejos de mi abuela,
el sobrado de la casa vieja donde buscábamos tesoros,
la chacina colgada de las puntas clavadas en las vigas,
el fuego con el pote lleno de agua,
y los domingos de misa y señoras con rosario,
Donde se han quedado las leyendas,
los cuentos que se contaban al lado de la lumbre,
los juegos del gua, el burro y el incarroma,
las risas a carcajada de los niños en las calles,
y aquel olor a leña de las tahonas.
En donde se han quedado aquellos tiempos,
aquellos tiempos del pasado,
en mi ayer siendo para siempre eternos,
y cada uno de los momentos que recuerdo,
están grabados para siempre a fuego en mi alma y mi sien,
recordándome de donde vengo y quién soy.
sábado, 20 de enero de 2024
HELENA, SIN MÁS
Fue fugaz, fugaz como una estrella,
en mi piel solo queda la huella de sus besos,
y en mi cara una gran sonrisa de felicidad,
aún guado cada uno de los momentos,
que esa noche me llevaron a la eternidad.
Fue fugaz, fugaz como una estrella,
que te puedo amigo mío contar de ella,
la encontré sorteando la noche en aquel bar,
haciéndole guiños a la vida, con mil historias que contar,
me dijo que se llamaba Helena, Helena sin más.
Fue fugaz, fugaz como una estrella,
la acompañé hasta un portal,
me invito a subir con ella hasta el cielo,
dejando nuestra vergüenza y la ropa atrás,
bastaron un par de besos, para aprender a volar,
y para descubrir entre sus sabanas el universo.
Fue fugaz, fugaz como una estrella,
aún no la he podido olvidar,
cada noche pensando en ella,
vuelvo aquel santuario, a aquel bar,
con la esperanza de volver a verla,
para volver con ella a vivir, para volver con ella a soñar.
Fue fugaz, fugaz como una estrella,
en mi piel solo queda la huella de sus besos,
y en mi cara una gran sonrisa de felicidad,
aún guardo cada uno de los momentos,
que esa noche me llevaron a la eternidad.
lunes, 15 de enero de 2024
HASTA MI ALMA
Cada día va la moza a la madre del agua,
con su pelo negro y el barreño de la ropa,
con la lavandera de madera y una sonrisa en la cara,
mientras yo la miro, ella me ignora y canta,
canciones que a mí me gustan,
canciones que me emocionan y me enamoran el alma.
Cada día va la moza a la madre del agua,
a lavar la ropa en el arroyo para llevarla limpia a casa,
mientras yo la miro atontado cayéndoseme la baba,
pues no ahí en el pueblo moza más buena y brava,
que la hija del señor Pedro, lista, espabila y guapa.
Cada día va la moza a la madre del agua,
andando con gracia y salero, con arte y elegancia,
y yo la sigo de cerca, de cerca hasta su casa,
y luego entra dentro y ya no sale hasta mañana,
que yo la esperaré en el puente, en el puente de la madre del agua.
Cada día va la moza a la madre del agua,
con su pelo negro y el barreño de la ropa,
con la lavandera de madera y una sonrisa en la cara,
mientras yo la miro, ella me ignora y canta,
canciones que a mí me gustan,
canciones que me emocionan y me enamoran el alma.
Cada día va la moza a la madre del agua,
y yo me siento en el puente hasta que ella acaba,
y la miro, y la miro, sin poder dejar de mirarla,
pues mi corazón tiene dueña, a ella la doy hasta mi alma,
yo voy a pedirle a su padre la mano,
para hacerla para siempre mi compañera,
para hacerla para siempre mi amada.
jueves, 11 de enero de 2024
TARDES DE SABADO
Aquellas tardes de sábado,
la estación de oporto cobraba vida,
por el metro corría la sangre,
camino del centro de la ciudad,
para perdernos en la movida,
que se vestía de gala en los bajos de Aurrera.
Malasaña bendecía su nombre,
y entre cerveza y música,
alguna princesa buscaba su príncipe,
mientras un sapo la miraba fijamente,
al compás de una canción de Radio Futura,
y la tarde iba tejiendo su velo tenue para convertirse en noche.
Moncloa y sus bajos te saludaban,
mientras en el Champandaz la leche de pantera corría,
de litro en litro, de boca en boca,
sobornando a la consciencia,
dejando paso a la euforia del que nada tiene que perder,
salvo la poca vergüenza que aún quedaba en la memoria.
Alonso Martínez abría sus puertas,
mientras Caperucita buscaba al lobo feroz,
cansada del romanticismo enfermizo de un leñador,
que cada tarde la recitaba poemas a su oído,
intentando acompañarla por aquellos garitos de moda,
que abrían hasta altas horas de la madrugada.
La noche daba paso a la madrugada,
y a los bares que recogían los despojos de la noche,
para brindarnos un chocolate con porras,
o un café bien cargado que nos devolviera la cordura,
esa que se había perdido en otra noche de fiesta,
en los locales de moda de Madrid.