ALAS BLANCAS

Vacía tu alma de miedos,

deja brotar tus lágrimas,

dando descanso al corazón,

en tu soledad acompañando tu calma,

y sal de ese rincón dejando atrás el dolor.

Acompaña a tu silencio,

extiende de nuevo tus alas,

dejando que brote el misterio,

dando vida a una nueva esperanza,

que el hoy es tu tiempo, que hoy de nuevo hay magia.

Deja que el presente te lleve,

a conquistar metas más altas,

pasea por el mundo y siéntete libre,

que nadie amordace tus palabras,

suelta las cargas del ayer,

y ponle sueños a tu mañana.

Vuela hasta la luna o el sol,

despliega tus alas blancas,

que nadie detenga tu vuelo,

que nadie encadene tu alma,

y vuelve a ser un guerrero,

leal y fiel hasta que llegue la guadaña.

Que la mañana no te llegue sombría,

sin desafíos nuevos y excitantes,

sin sueños, ni metas logradas,

sin ser valiente y constante,

en esta vida dura y mundana.

LA RUEDA DEL TIEMPO

 

Un latido, el primero,
Comienza la rueda del tiempo,
Abre los ojos el mundo espera,
Hoy comienza el viaje infinito,
Que ha de llevarte por el camino de la eternidad.

No temas a la luz,
Solo es el equilibrio que guiará tu corazón,
El camino a veces será doloroso,
Pero no te arrodilles, sigue tus pasos,
Las montañas más altas son para escalarlas.

Vive, llora, ríe, pero no te rindas,
Las batallas más grandes son las más duras,
Pero no son las que deciden la guerra,
Tú sabes bien lo fuerte que eres y serás,
Solo has de creer en ti, en tu alma.

No tengas miedo,
Salta al principio de los días,
Recorre el sendero solo o en compañía,
volverá el principio y volverá el final,
Y así será una y otra vez sin parar,
Hasta el final de la existencia.

La rueda del tiempo gira,
Gira sin detenerse nunca,
Y lo que hoy es ayer, ayer será hoy,
En un baile perfecto entre el ayer y el mañana,
Que dará equilibrio al presente que vives.

DOMINGO DE RAMOS

Hoy me he puesto la muda nueva, la muda nueva que mi mujer me ha comprado en la plaza, he sacado el traje de chaqueta y me he puesto hasta corbata, he sacado los zapatos que me ha regalado mi hijo, me he afeitado y me he puesto un clave en la solapa.

Mi mujer también se me ha puesto muy guapa, con una falda negra y una blusa blanca, sé ha hecho un moño en el pelo, sé ha pintado las uñas y sé ha pintado la cara, y a mí me ha recordado al día que nos casaban.

Ya tocan las campanas y hay qué ir a la iglesia, llama el señor cura para acudir a la misa, ya pasado el boticario y también el alcalde, el maestro, el médico, el herrero y la tía Tomasa, las beatas del pueblo y hasta el Ángel de la guarda.

Hoy es domingo, domingo de ramos, y como decía mi abuela si no estrenas nada, Hay niño si no estrenas nada, se te caen las manos, ya tocan las campanas y hay qué ir a la iglesia, con una rama de palmera o una de olivo, para dar la bienvenida a Jesús y recibir la bendición de todos los santos.

Después, como todos hay que ir a celebrarlo, a toma a la posada o a al bar las flores un buen vino, que hoy nadie va al trabajo en el pueblo, que para eso es domingo, domingo de ramos.

NO TE CONOCÍA

 

No te conocía,

Y en medio de aquel lugar,

Algo inesperado sucedió,

Nada existía menos tú,

Llámalo casualidad o destino,

Llámalo si quieres magia,

O llámalo amor.

No te conocía, Y el tiempo se paró en aquel segundo, De repente la vida se hizo suspiro, Y sentí que volaba sin alas hasta el cielo, Mientras nuestras miradas se buscaban sin descanso, Y sin condición me rendí a tu sonrisa. No te conocía, Y aquel primer hola sonó eterno, Yo era un vagabundo siempre de paso, Hasta que aquella tarde te conocí, Y vi en tus ojos nuestra casa, nuestros futuros hijos, Y entendí que había llegado a mi hogar. No te conocía, Y la vida me puso frente a ti, Por siempre a tu lado, de la mano, Yo siempre pensando en ti y tú siempre pensando en mí, Y mi mundo se convirtió en tu mundo, Y tu mundo se convirtió en mi mundo, Y decidimos libremente compartir la eternidad. No te conocía, Y te soñé cada segundo, cada minuto, cada hora,

Hasta que te hiciste realidad.

GUAÑINOS SALVAJES (Dedicada a mi Padre y a mi tío Carlos)

 

Son las seis de la mañana, y aún no ha cantado el gallo, ya va aclarando el día, es hora de coger los avíos, y de ir a trabajar al campo. Ya he cogido la guadaña, y también la hoz de mano, le he puesto la albarda a la mula, y de abono he cargado dos sacos, para echarlos a los olivos que ayer he labrado. Va mi cuñado Carlos conmigo, vamos subiendo el puerto del Gamo, hoy toca ir más allá de traslasierra, a guañar a Don Jesús dos prados, aquí van los Guañinos salvajes, aquí van los guañinos riendo y cantando. Vamos los dos cantando canciones populares, la del caldero, la de los ricos y los pobres, canciones del pasado, canciones que cantaban nuestros padres, canciones que cantaban nuestros abuelos, y que hablan de nuestra tierra, de los Hurdanos. Pasan las horas y el sol se pone en lo alto, ya hemos echado el abono y hemos guañado los prados, el pico de la sierra de santa Bárbara se ha puesto nublado, parece que va a haber tormenta, que va a llover en un rato, aunque hoy hace mucho calor, como cualquier día de verano.

RAICES (Aquellos tiempos)

 

Andando por esos montes, esos montes que fueron olvido, entre pinos, jaras y zarzales, huertos, cerezos y olivos, caminando por esos lugares, donde más de una vez jugué de niño, caminando por esos lugares, me dejé el corazón mío.

Aquellos años de escuela, de guas, incarroma y guerrillas, de churro, media manga y manga entera, hoy se me clavan en el alma, y el cuerpo se me llena de pena, hoy me invaden los recuerdos, y van de mis ojos brotando lágrimas, al recordar aquellos tiempos.

Recuerdo las cabras de mi madre, las tardes con mi padre en el huerto, saboreando aquellos tomates, que le daban vida a un muerto, las fresas silvestres que nacían en cualquier parte, al mulo reverte que era manso y bueno, aquellas tardes de verano regando los canteros.

Caminando por los caminos entre olivos y cerezos, visitando los lagares que dieron trabajo y dinero, voy recordando mi infancia ahora que me hago viejo, mientras dejo volar a mi alma sin ningún tipo miedo, algún paisano pasa a mi lado y se para, y hablamos de aquellos tiempos.

La tarde se rinde a la noche, mientras a casa regreso, la casa que fue de mis padres, y que antes fue de mis abuelos, esa casa que cuado yo falte, será para mis sobrinas y sobrinos, que son nuestros herederos.

Recuerdo aquellas tardes, recuerdo con nostalgia esos momentos, a mi abuela Francisca sentada en su calle, casi siempre hablando y sonriendo, añoro más que nunca vivir, vivir en aquellos tiempos.