En esta noche fría que sopla el viento,
y los tejados están blancos por la escarcha,
sentado al lado de la lumbre contando historias pasadas,
van pasando las horas entre leyenda y leyenda,
del macho lanu, el cura lobo y la descabezada del Gasco,
historias que tanto temor provocaron en mi tierra.
Al lado del fuego, esta noche de invierno,
con el puchero a la lumbre y la chacina colgada del techo,
va pasando el tiempo antes de irse uno a acostar,
y ya va siendo hora aunque mañana no hay trabajo,
de calentar el lecho con la goma de agua caliente,
para tener los pies y el cuerpo templado.
Hoy ha sido un día de trabajo duro,
y hemos venido cansados del campo,
de coger aceitunas del suelo, todo el día agachados,
sentado sin descanso sobre las cestas, moviendo rápido las manos,
con los dedos morados y engarrotados,
y por fin hemos acabado.
Me duele la rabadilla como si me hubiesen partido en dos,
y luego hablan en la ciudad del trabajo del campo,
que sabrán ellos de lo duro que es y sacrificado,
pues se vive muy bien él una oficina,
sin frío en invierno, ni pasando calor en verano,
que sabrán esos señoritos que en su vida han trabajado.
Hace un rato, ha puesto mi mujer la cena,
y juntos hemos cenado,
mi hijo ha dicho que alguien le ha contado,
que va a venir el Rey a visitarnos,
a ver como se vive en las Hurdes, a ver si estamos sanos,
entre estas montañas metidos, entre bancales trabajando.
Mientras mi mujer recoge la mesa,
yo voy a bajar a la cuadra a darle de comer a la mula,
y a echarle pienso a la mocha colora,
que me ha dado una hermosura, una chiva negra como la oscuridad,
y en cuanto suba me voy directo a la cama,
que ya se ha terminado el día y la noche esta cerra,
que ya se ha terminado el día y es hora de descansar.
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