Para entender una cultura,
tienes que mirarte en sus ojos,
vivir sin tiempo en su segundo,
caminar sin prisas sus caminos,
y acostarte en su lecho.
Para entender bien las Hurdes,
tienes que verte en su reflejo,
andar codo a codo con sus gentes,
trabajar en sus campos como jornalero,
y soñar sus mismos sueños.
Para entender bien las Hurdes,
tienes que abrir bien los ojos,
tienes que abrir bien todos tus sentidos,
sentir como corre la sangre de la naturaleza por tu cuerpo,
y beber de sus arroyos dejando volar a tu alma sin miedo.
Para entender bien las Hurdes,
olvídate de las cargas, olvídate del tiempo,
siente como te acaricia los sentidos,
el olor a hierba buena, lavanda, el pino, el eucalipto y el romero,
de pueblo en pueblo caminando, con los ojos y el corazón abierto.
Para entender bien las Hurdes,
abre bien todos tus sentidos,
dale rienda suelta a tus emociones,
déjate cautivar por su historia, su gente y sus misterios,
y así cuando despiertes vas a ver,
que todo ha sido realidad, y que no estás en un sueño.
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