Aquella noche caminaba perdido,
por las calles que llevan al olvido,
y decidí jugarme a cara o cruz el corazón,
y como siempre caí sin remedio,
en aquel colchón con olor a soledad,
me rendí sin luchar, no era mi momento.
El sueño intentó atraparme en sus brazos,
otra noche más que paso atrapado en la oscuridad,
y entre sueños perdidos que solo pude idealizar contigo,
con el tiempo testigo de un principio y un final,
ya apenas sueño contigo, solo sueño en abstracto,
y ya diviso el camino que lleva a ningún lugar,
donde se divisa el infinito de mi absurda verdad.
Cruz siempre me sale cruz, si es conmigo,
y en mis zapatos recorro este camino de espinas,
cargando cada una de las palabras que no se han dicho,
cargando cada uno de los besos que se suicidan,
sin unos labios en los que posarse por falta de sueños,
por falta de tiempo y de caricias de estas manos inertes,
que se atan una a otra negándose la libertad de aquel que es prisionero.
El destino reparte las cartas trucadas,
y en esta mano como en otras me toco perder el rumbo,
las emociones chocan de frente en su guerra con la realidad,
y en esta guerra encarnizada de puñales por la espalda, la razón,
va devorando mis segundos, mis minutos, mis días,
los años caen como fichas de dominó mientras mi pelo se vuelve blanco,
y en el espejo ya no reconozco esa imagen borrosa,
que parece ser yo, pero que ya no me sonríe como antes,
y me ha negado para siempre su mirada y sus palabras.
Aquella noche caminaba perdido,
por las calles que llevan al olvido,
y decidí jugarme a cara o cruz el corazón,
y como siempre caí sin remedio,
en aquel colchón con olor a soledad,
me rendí sin luchar, no era mi momento.
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