Nació con una soga al cuello, encerrada en una mazmorra, cubierta de cadenas, la torturaron, la prostituyeron miles de bocas, la pronunciaron una vez y otra en vano, y hasta los políticos y los jueces la pusieron una mordaza. Nació para ser grande y no la dejaron creer, la ataron y la mandaron a galeras, le cerraron los caminos y la cerraron las fronteras, Escribieron su nombre tantas veces que nadie sabía que era, y con las armas la hirieron de muerte después de ponerla de rodillas. Creció en el país de los ciegos, donde los necios se rieron de ella, los mudos querían gritar su nombre, pero las palabras eran vanas, y los gritos sonaban como lamentos, aquellos lamentos del que no quiere ver la realidad. Se les escapó entre los dedos, pero ya era tarde para un Mundo sin alma, era tarde para un mundo sin corazón, que había jugado tantas veces a la ruleta rusa, Disparándose a sí mismo una y otra vez, y herido de muerte, grito libertad. Nació con una soga al cuello, encerrada en una mazmorra, cubierta de cadenas, la torturaron, la prostituyeron miles de bocas, la pronunciaron una vez y otra en vano, y hasta los políticos y los jueces la pusieron una mordaza.
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