jueves, 13 de octubre de 2022

MAGDALENA

 




Al nacer la beso la luna, Y el sol del nuevo día se enamoró de ella, Fue embrujando las pupilas que la miraban, Y según crecía fue sembrando corazones rotos, Por toda las aceras de la ciudad. Niña de ojos azules como el cielo, Tan profundos como el mar, Donde buceaban los hombres casados y solteros, prometiéndote cada noche llevarte al altar, Los escrúpulos los dejaste en cada copa, Al fondo de la botella en cualquier barra de bar. Tu corazón viajero con las maletas hechas, Siempre acuestas con tu ropero, De uno a otro lugar, Paseando por tu infierno particular, Sin importarte nunca el qué dirán los que te vieron, Caminar y levantar el vuelo y también navegar, Entre las aguas revueltas de tu temporal, Y cambiando por dinero tu libertad. Hoy te vi de nuevo en la misma esquina, Como siempre en el mismo lugar, Entre el cielo y el infierno, En la calle Montera al lado de un local, Con tu cara triste como siempre, sonriendo a ver la gente al pasar, Todos te conocen y te llaman la Magdalena.


Al nacer la beso la luna, Y el sol del nuevo día se enamoró de ella, Fue embrujando las pupilas que la miraban, Y según crecía fue sembrando corazones rotos, Por toda las aceras de la ciudad.


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