Cuantas cosas querría contarte,
cosas que guardo en mi corazón,
cosas que guardo en mi alma,
y que por desgracia el tiempo,
no me dejo que te las contara.
Cuantos años han pasado,
y lo que antes eran risas,
desde entonces son atronadores silencios,
que persiguen mis días como unas sombras,
sobras tenebrosas que asesinan mi felicidad.
Dicen que el tiempo cura las heridas,
dicen que el tiempo lleva al olvido,
pero yo sigo teniendo la herida de tu partida,
y el tiempo no ha hecho más que atormentarme con tu ausencia,
y es que cada día te echo mucho más de menos.
No sé que me depara esta vida,
no sé cuanto tiempo me queda,
pero si sé que lo daría todo gustosamente por volver a verte,
por tenerte delante y poder mirarte sin prisas,
y por poder abrazarte de nuevo otra vez.
Que pesada se hace esta condena,
como pesan las cadenas de tu ausencia,
como martillean los recuerdos los clavos de esta cruz,
en la que me clavo a mi mismo cada día,
pensando en que solo puedo verte en fotos del pasado.
No sé si donde estas me escuchas,
si te llega la melancolía que siento,
el dolor que me produce no estar a tu lado algunos días,
el poder visitarte cuando me apetezca de nuevo,
y las lágrimas que muchas veces derramo pensando en ti.
A veces en silencio te llamo,
a veces imagino que estás aquí a mi lado,
que has venido otra vez a buscarme y rescatarme,
e imagino que vuelvo a ser aquel niño,
que salía del colegio corriendo solo para estar contigo,
solo para poder abrazarte y besarte una vez más.