Nace un nuevo día,
ya se levanta Laura y se pone el desayuno,
en un rato cogerá de nuevo el metro,
como cada mañana desde hace ya un tiempo,
para ir a su trabajo y empezar otro día en colegio.
Hoy empieza el curso,
se encontrara de nuevo con sus compañeros,
estará como siempre Maria a la que ama en silencio,
nunca hablado con ella, por cobardía o por miedo,
no quiere ser rechazada y se conforma con tenerla en su sueños.
Cae la noche y en el desván de la fantasía,
vive Laura atropellada por sus sueños,
las garras de la imaginación profanan su deseo,
y sus labios se mojan fantaseando de nuevo,
con aquellos ojos, con ese cuerpo.
Imagina que Maria la besa y la dice te quiero,
y juntas se lanzan al abismo de lo eterno,
dejándose llevar sin el que dirán, sin temor y sin miedo,
ardiendo piel con piel, cuerpo con cuerpo,
hasta lo más profundo de su ser, hasta lo más profundo de sus adentros.
Cae la noche y empieza el juego,
Laura mirando una foto de Maria arde en su fuego,
y se deja llevar con el movimiento de sus dedos,
y con su otra mano agarra con pasión sus senos,
mientras va dejándose arrastrar por el deseo,
camino de la mañana para ir a trabajar de nuevo.
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