Aquella noche que siempre olvido,
en la que en la fantasía ardimos en la hoguera,
en la pared del recuerdo que no existe guardo las fotos,
todas esas fotos que pudieron ser y nunca fueron,
por miedo a asesinar a nuestros corazones.
Y en el bloque de hielo donde escribimos nuestros nombres,
ese donde hoy se derriten letra a letra por el calor del verano,
y mas temprano que tarde habremos de encontrarnos el silente,
con el acorde acompasado de la música que azota el corazón,
y araña el alma hasta hacerla sangrar por el dolor hiriente,
de dos ciegos que jugaron a soñar y murieron sin sueños.
Cuantas piedras has contado como yo en el camino,
cuantos muros se han levantado entre tu mirada y la mia,
y en este despertar del día a día dibujando tormentas que opacan el sol,
vamos a destruir de un soplo todo lo que jamas construimos en el alma,
y en esta calma tensa que precede a la tempestad mas atroz,
vamos desmontando nuestros cuerpos pieza a pieza,
para ser tan solo un sonido mudo en el viento.
Y en esta historia llena de folios en blanco,
que nunca escribió el despiadado destino,
hoy se funden todas las palabras que jamas se han dicho,
y se seca toda la tinta que quiso ser mar pero solo fue desierto,
porque una pluma no quiso jamas hacerla suya,
y una mano misteriosa se negó a bailar con las musas un momento,
para darle forma a los verbos que la llevaran a la existencia.
Hoy la luna me mira y mece mi razón en un vaivén hipnotizante,
que me hace volar sin alas hacia la nada del tiempo,
y en silencio cierro los ojos y me dejo caer en el sentir de un latido,
que se esconde detrás del mundo imaginario que una vez compartimos,
y que creímos nuestro pero que se nos escapo como agua entre los dedos,
para existir en otros segundos, en otras horas, en otros labios,
y así dar paso a lo que jamas fue, a lo que jamas fuimos.
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