Tiembla el mañana,
porque el hoy se viste de tinieblas,
con un manto negro de incertidumbre,
que va paso a paso ocupando las cabezas,
y en esta oscuridad que nos invade,
intento como tantos arrancarme las cadenas,
para poder gritar en la calle, por fin soy libre.
Tiembla el mañana,
en un vaivén de emociones encontradas,
de sueños por vivir y que muchos no vivirán,
de abrazos perdidos que quedaron por darse,
de millones de besos que pudieron ser y no serán,
y de miles de amores que jamas llegaron a conocerse.
Tiembla el mañana,
en un grito de socorro ahogado,
pidiendo al tiempo que avance deprisa,
para dejar atrás los malos y mezquinos sueños,
que nos han llevado a vivir esta pesadilla,
que nos hace caminar sin piedad por el infierno.
Tiembla el mañana,
mientras la señora de la guadaña,
va llevándose almas nobles y buenas,
dejando un dolor interminable y voraz,
que va matando el corazón y arañando las entrañas,
de aquellos que aun se quedan para pelear otro asalto.
Tiembla el futuro,
de hambre, sed y frio,
y nos invade sin pedirnos permiso la agonía,
mientras miles de cuerpos piden volver a ser lo que fueron,
y la curva de la vida se hace montaña,
mientras a muchos le falta el aire y se ahogan pidiendo,
que una mano amiga los rescate del precipicio.
Tiembla la vida,
en la cuerda floja, con la esperanza en anemia,
y caminamos sin remedio hacia el final de los días.
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