Y ya casi ha pasado un año,
un año en que la muerte camina entre nosotros,
en que las calles carecen de alegría,
y los parques se quedaron huérfanos de niños,
por el maldito veneno de esta amenaza invisible.
Y ya casi ha pasado un año,
sin darnos cuenta y sin quererlo,
un año en que hemos despedido a muchos,
en que se han derramado mares de lagrimas y tinta,
buscando al culpable de esta maldición.
Y ya casi ha pasado un año,
que empezamos con felicidad,
y terminamos como una pesadilla,
una pesadilla que nos hubiera gustado no vivir,
una pesadilla de la que nos va a costar despertar.
Y ya casi a pasado un año,
de ausencias de personas conocidas,
de abuelos, padres, hermanos y vecinos,
que se fueron en el silencio de una UCI de hospital,
sin poder ver, ni despedirse de sus seres queridos,
por miedo a seguir sus pasos y la incomprensión de los que mandan.
Y ya casi ha pasado un año,
un año muy pesado que cargaremos en el corazón,
y pesara en nuestra alma y en nuestro recuerdo,
mientras se alargue nuestra vida,
hasta que la dama de la guadaña vestida de negro,
nos permita seguir caminando y respirando.
Y ya casi ha pasado un año,
un año en que la muerte camina entre nosotros,
en que las calles carecen de alegría,
y los parques se quedaron huérfanos de niños,
por el maldito veneno de esta amenaza invisible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario