Se va evaporando el tiempo como niebla en la mañana,
al ritmo de una aguja traicionera y cruel,
terminando los días que nacen con prisas,
dando vida a la oscura e incomoda verdad,
la cual nos cuesta reconocer y hablar,
porque pensamos que nuestra vida es eterna.
Miro por la ventana y veo como lloran los arboles,
mecidos por el viento y calados por la lluvia,
y en su murmullo incesante y triste,
repiten su canción de antaño y millones de veces repetida,
con el triste sonido de una despedida.
Hace tiempo que el ultimo tren partió de la estación,
camino sin mas paradas hacia el pueblo del olvido,
y hasta donde mi memoria alcanza golpeada por los años,
en momentos de lucidez intermitentes y segundos fugaces,
vienen a mi aquellas escaleras de piedra y aquella casa que antaño fue un colegio.
Miro por la ventana y el recuerdo desaparece,
mi nombre no es mas que una gota de agua que resbala por el cristal,
fuera aun llueve y el viento sigue azotando los arboles,
esta tarde desapacible de invierno en la cual mi memoria me abandona,
para bailar su ultimo baile con la muerte,
mientras mis recuerdos andan rezagados o escondidos en el limbo.
Se va oscureciendo mi existencia,
y ya en estos momentos solo recuerdo tu cara,
todo parece tan lejano, tan irreal, como un sueño,
un sueño que jamas existió, un sueño en el que solo estas tu,
ya que en él ni siquiera yo me recuerdo.
Se va evaporando el tiempo como niebla en la mañana,
al ritmo de una aguja traicionera y cruel,
terminando los días que nacen con prisas,
dando vida a la oscura e incomoda verdad,
la cual nos cuesta reconocer y hablar,
porque pensamos que nuestra vida es eterna.
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