Perdido en el fondo de mi soledad,
repitiendo de nuevo los pecados que me condenan,
en esta lucha constante que casi siempre pierdo,
sin saber cómo parar esta adicción que me mata,
aquí estoy de nuevo llamando a las puertas del infierno,
condenando de nuevo sin saber porque para siempre mi alma.
Perdido en esta oscuridad que me persigue,
que me atrapa con sus negras garras,
vuelvo a caer en la tentación de morder,
y caigo en la tentación de otra manzana,
que otra noche más me ofrece la serpiente,
en un cuerpo imperfecto de mujer.
Aquí estoy rogando a Dios y al Diablo,
cruzando de nuevo la línea maldita,
que pone los clavos en mi cruz,
y me lleva al más difícil todavía,
de no caer en el morbo visceral,
en esta lucha sin fin que tengo cada día.
Cargo a la espalda mis pecados,
mientras voy vistiendo de luto al amor,
maldita y voluble adición que maltratas mi mente,
dejándome caer al vació sin red, sin aviso,
para entregarme de nuevo al placer,
de la más sucia de las lujurias, del más sucio instinto.
Aquí estoy otra vez sin medidas,
aquí estoy otra vez como tantas veces,
llamando a las puertas del infierno.
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