Si vives lo suficientemente encontrarás sitios embrujados,
Hoy camino con mis fantasmas por senderos tenebrosos,
Y pende de un hilo la cordura que pasea por mi mente,
En dirección opuesta al lugar que soñé cuando aun era niño.
Un palpito golpea mi pecho con fuerza descontrolada,
Con mis pies descalzos mantengo el equilibrio,
La alambrada con espinas se clavan en mi piel y sangra,
La sangre brota sin que pueda parar de andar hacia el infinito,
Mientras las nubes lloran lavando las lágrimas de las almas perdidas.
Osado y tenebroso es el destino que aguarda,
Escondido en una esquina con su amiga la muerte,
Para pesar los pecados del moribundo en una balanza,
Más allá, donde de nada sirven las leyes de los hombres,
Ni las religiones mundanas que intentan convencer al incauto.
Esta noche fría y oscura que llega enseñando sus garras,
Suenan gritos beatos y otros herejes intentando limpiar su consciencia,
El aire trae un olor fétido y sonidos de muerte,
Dando pie a una madrugada terrible que nace huérfana,
Y los que quedan en el fondo aliviados sonríen,
Pues otro día que nace y aún siguen vivos.
Cruel reloj imparable que mueves tus agujas,
Y como espada de Damocles ejecutas sin compasión nuestro tiempo,
Asesinando segundo a segundo nuestra esperanza,
Desbastada como cordero en el matadero de los sueños,
Por los cuatro jinetes del apocalipsis venidero que han de barrer la tierra.
Hoy camino por este sendero tenebroso,
Que siega con su guadaña afilada la vida de tantos inocentes.
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