Se dedico a escribir historias de un
día,
siempre con las maletas en la puerta
del hotel,
y hasta donde le alcanzaba la memoria,
siempre fue mañana y nunca fue ayer.
Se dedico a escribir historias de un
día,
en el cuerpo de cualquier mujer,
eran muchas sus tristezas y pocas sus
alegrías,
desde que su verdadero amor se fue,
dejando-le desnudo el corazón y maltrecha el alma.
Se dedico a escribir historias de un
día,
sin principio y con un apresurado
final,
mezcladas con morbo, whiskys y saliva,
que casi siempre comenzaban en un
local,
dejándose arrastrar por la venganza y
la lujuria.
Se dedico a escribir historias de un
día,
y un día escribió sus últimos versos
de amor,
mientras un coche cruzaba la Gran vía,
el saltaba al vació desde el balcón,
de aquella habitación del hotel de la
Plaza de España,
que siempre había sido su cielo y su
infierno.
Se dedico a escribir historias de un
día,
siempre con las maletas en la puerta
del hotel,
y hasta donde le alcanzaba la memoria,
siempre fue mañana y nunca fue ayer.
Se dedico a escribir historias de un
día,
en miles de cuerpos de mujer.
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