Volver a escribir,
al misterio, a la vida, a las noches y
las madrugadas,
a las horas perdidas y a las horas
encontradas,
al sol, a la luna y a las estrellas,
a todas y a ninguna de ellas.
Volver a escribir,
al amor y al desamor,
al corazón roto y al alma con alas
blancas,
al oscuro deseo que esconden unos
labios,
al silencio y a las palabras,
y al olor que deja tu cuerpo cuando te
vas sobre las sabanas.
Volver a escribir,
a la luz y a la oscuridad,
al camino doloroso que lleva hasta la
felicidad,
a las palabras que se escoden sin ser
nunca un sonido,
a las lagrimas suicidas que se deslizan
por las mejillas,
precipitándose irremediablemente hacia el olvido,
a lo que digo y a lo que callo.
precipitándose irremediablemente hacia el olvido,
a lo que digo y a lo que callo.
Volver a escribir,
moldeando los sentidos,
intentando describir lo que sucede
entre latido y latido,
dejando pasear al pensamiento como un
niño perdido,
que va mirándose al espejo para
entender lo que digo,
mientras los dedos van plasmando un
susurro incomprendido.
Volver a escribir,
con sentido o sin sentido.
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