En
esta sala donde se celebra el juicio final,
la
mente mata al corazón y se apodera de los sentidos,
cabalgando
esta noche oscura y maldita,
con
la espada de Damocles sobre el cuello,
intento
parar con todas mis fuerzas el mal que me posee.
Qué
más da donde he de colocarme,
si
hace tiempo que el demonio ocupo mi carne,
y sé
bien donde irán a parar mis huesos,
y no
hay nada que ya pueda salvarme,
pues
mis pasos se dirigen raudos al infierno.
Figuras
Satánicas danzan sobre la hoguera,
las
leguas de fuego se elevan hasta las estrellas,
la
tierra arde y los pecadores pagan sus deudas,
mientras
los que creen que son puros se alegran,
sin
mirar a su espalda donde está ella,
tranquila
sin prisa afilando su guadaña.
El
olor desagradable de la carne quemada,
se
mezcla con gritos de dolor insoportables,
el
aquelarre se apodera de la vista,
mientras
los demonios echan más leña a lumbre,
y los
cuerpos se deshacen con rapidez como si fuesen cera.
Esta
noche amigo mío cenamos en el infierno,
pues
Lucifer nos ha abierto las puertas,
y nos
espera con los brazos abiertos,
para
torturar nuestras almas por toda la eternidad.
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