Sentado en una terraza con la guitarra
a su lado,
espero como esperan los enamorados a
verla pasar,
para escribirla en unas notas cada uno
de sus sueños,
y sentir como le crecían alas blancas
con cada palabra,
mientras el corazón se le salía de su
pecho.
Sentado con una cerveza como cada
sábado,
con la mirada fija en el portal de
enfrente,
sin importarle para nada el paso de los
años,
se fue haciendo viejo y se le fue
arrugando la piel,
mientras su pelo pasaba del negro al
blanco.
Imagino una vida entera con ella,
y la escribió miles de poemas,
y la escribió miles de canciones,
y la dejo un lugar en su colchón,
y susurro miles de noches su nombre,
y decidió llamarla soledad.
La puso cada día un plato en la mesa,
y se sentó a comer como siempre con
ella,
y la miro y volvió a perderse en sus
ojos azules,
aquellos que siempre le recordaban el
mar,
e imagino su pelo amarillo como el
trigo en verano.
La hablo con amor como hablan los
enamorados,
y la cantó cada noche sus canciones y
la leyó sus poemas,
la entrego su alma, su libertad y su
mundo,
y sintió como se paraba su tiempo
cuando ella sonreía,
y se dejó morir sin prisas a su lado.
Imagino una vida entera con ella,
y la escribió miles de poemas,
y la escribió miles de canciones,
y la dejo un lugar en su colchón,
y susurro miles de noches su nombre,
y decidió llamarla soledad.
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