Y de repente un día lo que parecía
imposible se hizo posible,
y a la vuelta de la esquina en aquel
bar unos ojos azules,
acompañaban a un cuerpo perfecto
moldeado por su deseo,
una sonrisa cruzo el aire y acorto la
distancia entre ella y el,
parando aquel segundo en el tiempo para
hacerlo mágico.
La miro a los ojos y se perdió en el
profundo de su mar,
y de repente sintió que por fin había
llegado a casa,
y soñó despierto e imagino a sus
futuros hijos,
y el camino de chopos amarillos, y el
jardín de valla blanca,
y las tardes de otoño abrazado a ella
a la orilla de la chimenea.
Todo dejo de existir a su alrededor
cuando ella le dijo su nombre,
y sintió que en el mundo solo estaba
ella, solo existían ellos dos,
la tarde paso como pasa el tiempo
cuando te niegas a que pase,
y se citaron para el día después y
los años venideros,
y se citaron en sus sueños para toda
la eternidad.
El se hizo suyo y ella se hizo suya,
ella se hizo suya y el se hizo suyo,
en un amor perfecto de pasiones,
sinceridad y respeto,
y caminaron de la mano juntos en la
misma dirección,
y vieron como su cabeza se llenaba de
escarcha blanca,
y sus manos se llenaban de arrugas,
pero con el mismo amor,
que les junto sin saberlo aquella
tarde, en aquella primera mirada.
Y de repente un día lo que parecía
imposible se hizo posible,
y a la vuelta de la esquina en aquel
bar unos ojos azules,
acompañaban a un cuerpo perfecto
moldeado por su deseo,
una sonrisa cruzo el aire y acorto la
distancia entre ella y el,
parando aquel segundo en el tiempo para
hacerlo mágico.
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