Carne de cañón, cazador infatigable,
Sin más religión que una cerveza,
Sin más Dios que un cuerpo de mujer,
Anda arrastrando sus pecados y miserias,
Entre Argüelles, Malasaña y Lavapiés.
Sin más religión que una cerveza,
Sin más Dios que un cuerpo de mujer,
Anda arrastrando sus pecados y miserias,
Entre Argüelles, Malasaña y Lavapiés.
Camina silencioso bajo la luna,
Solitario pues nunca le gusta ir en manada,
En busca de una Caperucita nocturna,
Descuidada, solitaria y trasnochada,
Que se deje hipnotizar por sus palabras.
Solitario pues nunca le gusta ir en manada,
En busca de una Caperucita nocturna,
Descuidada, solitaria y trasnochada,
Que se deje hipnotizar por sus palabras.
Hace tiempo que se quito el disfraz de cordero,
Y dejo que el lobo contemplará la luna,
Dejando de ser del que dirán prisionero,
Saboreando sin prisas la carne joven y madura,
De doncellas que sin miedo le regalan sus favores.
Y dejo que el lobo contemplará la luna,
Dejando de ser del que dirán prisionero,
Saboreando sin prisas la carne joven y madura,
De doncellas que sin miedo le regalan sus favores.
La oscuridad es su cómplice y su amiga,
Siempre alerta observando y acechando,
Al lado de la barra en un local de copas,
Con su mirada fija en su próxima presa,
A la cual quitarle la ropa y hincarle los dientes.
Siempre alerta observando y acechando,
Al lado de la barra en un local de copas,
Con su mirada fija en su próxima presa,
A la cual quitarle la ropa y hincarle los dientes.
Carne de cañón, cazador infatigable,
Sin más religión que una cerveza,
Sin más Dios que un cuerpo de mujer,
Anda arrastrando sus pecados y miserias,
Entre Argüelles, Malasaña y Lavapiés.
Sin más religión que una cerveza,
Sin más Dios que un cuerpo de mujer,
Anda arrastrando sus pecados y miserias,
Entre Argüelles, Malasaña y Lavapiés.
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