Andando
por un atajo,
y
dejando atrás mi tiempo,
voy
dirección al ocaso,
de mis
años venideros,
con las
alforjas vacías,
y
escarcha en el pelo.
La noche
ha salido fría,
y la
mañana ni te cuento,
las
cunetas están blancas,
y en las
fuentes hay hielo,
nadie ha
conocido jamas,
un
invierno tan duro y tan fiero.
Ya voy
preparando los habíos,
y todas
las cosas que poseo,
para
dejarle a mis hijos lo poco que tengo,
la casa,
la segureja, los sachos y el huerto,
todo
hasta mi vida, todo menos dinero.
Hoy
encendido la lumbre,
y me
duelen todos los huesos,
he
trabajado siempre como un burro,
hasta
que me ha aguantado el cuerpo,
y ya con
ochenta años no puedo mover ni un dedo.
De mi
casa ya no salgo,
y salir
la verdad no quiero,
porque
si tengo que salir,
seguro
que solo es para mi entierro,
con un
traje hecho de pino camino del cementerio.
Andando
por un atajo,
y
dejando atrás mi tiempo,
voy
dirección al ocaso,
de mis
años venideros,
con las
alforjas vacías,
y
escarcha en el pelo.
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