En una batalla por su vida y por su amor,
El siempre fue sincero, tenaz y valiente,
Aunque la gente pensara que era un perdedor.
Vivió en la calle del olvido esquina con la calle del perdón,
Al lado siempre del precipicio que conlleva una adición,
Mendigando al lado de un semáforo para comprar cada día alcohol.
Su habitación fue un cajero y unos cartones su colchón.
Cada día temprano visitaba a su Mujer,
Volviendo por unas horas a ser el que una vez fue,
Con su traje y su corbata nadie reconocía a Miguel,
Y todo el mundo le saludaba como si aún fuese juez.
Solo yo conozco su historia y solo yo conozco su realidad,
Abrazado a una botella y con un triste final,
Desde que Maria se fue, Miguel dejo de luchar,
Y perdió esa guerra que jamás podría ganar.
Decidió morir poco a poco con valentía y dignidad,
Para reunirse otra vez con ella por toda la eternidad,
Y le plantó cara a la muerte sin ningún temor,
Y al otro lado del miedo encontró la Libertad.
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