Aquí estoy en esta ultima morada,
entre cuatro paredes que me servirán
de casa,
a la sombra de dos cipreses mi cuerpo
descansa,
la vida ya quedo atrás dando libertad
a mi alma.
Perdona si no me levanto pues hoy no
esperaba visita,
y no tengo nada preparado, ni nada que
te sirva,
pues aquí el tiempo es intemporal y
abstracto,
y ya no se conocen ni las penas, ni las
alegrías.
A mi derecha yace Antonio, a mi
izquierda Maria,
con ella hablo y me entretengo, con el
echo la partida,
y así pasan las horas, así pasan los
días,
en este campo santo de las almas
perdidas.
A veces paseamos hasta la verja de
salida,
y saludamos algún vecino que pasa de
noche por la vía,
no se porque pone cara de espanto y
sale de estampida,
pues solo queremos saludarlo y desearle
buena vida.
Hay días que bajo a los panteones mas
viejos,
allí donde yacen mis padres y mis
abuelos,
charlamos sobre los recuerdos que tengo
con ellos,
Tomamos café y al caer la tarde vuelvo
a mi lecho.
Te invito un día que vengas a visitar
mi casa,
mi lapida es gris con las letras en
plata,
en ella pone mi nombre y una frase de
amor que siempre tuve guardada,
pasa no hace falta llamar pues la
puerta esta entornada.
Aquí estoy en esta ultima morada,
entre cuatro paredes que me servirán
de casa,
a la sombra de dos cipreses mi cuerpo
descansa,
la vida ya quedo atrás dando libertad
a mi alma.
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