Termino la magia de repente,
y lo que parecía eterno murió,
se cerraron las puertas y cayó el
telón,
de aquello que parecía inmortal al
tiempo,
se apagaron las luces y termino la
función,
y con el nuevo año el Perkins cerro.
Agoniza y muere mi pueblo,
y la vida se disfraza de ausencia,
debatiéndose en duelo con la soledad,
entre la vejez, los olivos abandonados
y los huertos por sembrar.
Muere mi pueblo entre derecha e
izquierda,
entre el tuerto, el político y el
ciego,
condenado por la poca dignidad y la
poca humanidad,
de aquellos que siempre pretenden tener
la razón.
Muere todo aquello que se construyo con
esfuerzo,
con las lágrimas y sangre de nuestros
antepasados,
dejando un olor putrefacto y una imagen
aterradora,
de calles vacías y futuro asesinado
por el egoísmo.
Muere mi pueblo mientras lloran las
almas ausentes,
y el viento canta una triste canción
desgarradora,
dejando un olor en cada esquina a
muerte,
y dejando herida y maltrecha el alma.
Muere mi pueblo entre el pasado y el
futuro,
y se marcha la juventud a buscar nuevas
metas,
dejando atrás la incertidumbre y así
poder lograr sus sueños,
quitándose las cadenas de aquellos que
ya no quieren hacer nada.
Agoniza y muere mi pueblo,
mientras las palabras ocupan el lugar
de los hechos.
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