Los ojos me dibujan las fotos del
pasado,
aquellas que me hacen viajar sin
moverme a mi niñez,
y me dejo llevar a aquella carretera
con arboles y de frente el bar del Puro,
a la higuera de la Petra y la antigua
fachada del cine,
al almacén del señor Felix y a la
fuente de abajo,
a el barreño que usaba mi madre que
servia para bañarnos a veces,
a aquella casa de escaleras y piedras
que antes fue una escuela,
y a la panadería de nuestros vecinos
Jose y Nati.
Hoy viajo sin moverme hasta el pasado,
y me dejo llevar a aquella plaza con
sus portales y su fuente de dos caños,
a la fachada de la casa que visito el
Rey con la placa que lo recuerda,
a aquel ayuntamiento que nada tiene que
ver con el de ahora,
al escaparate del Señor Adolfo con los
juguetes que ponía por navidad,
al bar el emigrante de mi familiar
Jesus Hernandez,
y a aquella Basílica que un día fue
sinagoga.
Me dejo llevar por mi imaginación,
y siento el olor a pan recién hecho de la tahona del Señor Pedro,
y siento el olor a pan recién hecho de la tahona del Señor Pedro,
el sabor del café en casa de mi abuela Francisca,
a las tardes en el huerto de mis padres
con las cabras,
a las tardes de baloncesto con mis
amigos,
a la palmera que adornaba la escuela.
a la palmera que adornaba la escuela.
y a los días de río con mis primos mirando el puente romano.
Me dejo llevar por mi imaginación,
a la plaza de los barreros con el bar
de la señora Dori y su fuente,
a la puerta de la iglesia de arriba y
su campanario,
a la calle Nuña y su portón que la
mano del hombre a destruido,
y a la casa de la bujarda que sigue
aguantando al tiempo.
Me dejo llevar por mi imaginación,
y vuelvo a sentarme a los pies de la
Cruz de los Caídos en el verdinal,
a pasar por el pasadizo oscuro que daba
a uno de los lagares,
a el pico de Santa Barbara para ver
todo el pueblo desde arriba,
a la pesquera de abajo y su molino
hundido con su mimosa,
a la madre del agua y el molino de la
noria.
Me dejo llevar por mi imaginación,
y vuelvo a recorrer las calles con mis
quintos,
a tocar el tamboril y tirar harina a
quien se cruzaba,
a pedir de casa en casa a los vecinos
del pueblo,
a cantar a Marta Sanchez Y canciones
populares,
a tomar vinos en el bar del perckis, el bar Toni, el bar
Maximiliano y el bar de Manolo Calvo,
y a las noches de baile en la discoteca
de la Señora Nila y su bar Las Flores.
Me dejo llevar por mis recuerdos,
mientras las lagrimas inundan sin
permiso mi cara,
por tanta gente buena que me acompaño,
dando gracias a dios por todas mis
vivencias,
por todos los abrazos de mis seres
queridos,
por haberme dejado recorrer el camino y
compartir,
por todos los días de magia, de
pruebas y risas,
y por haberme hecho nacer allí.
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