Camino errante hacia donde vive mi
alma,
donde la tierra es regadío y bancales,
donde los cerezos y olivos se visten de
flores blancas,
donde la primavera se entrega con sus
colores,
camino donde los ríos llevan mas pura
el agua.
Camino pueblo mío, por tus calles y
plazas,
recordando mi niñez y tu eterna
historia,
dejándome en algunos rincones mis
lagrimas,
pensando en tiempos pasados y en
vecinos que partieron,
dejando atrás esta vida, dejando atrás
sus casas.
Camino por tu plaza grande y me paro a
leer unas placas,
de reyes que te visitaron y dejaron
huella en una fachada,
me dejo llevar hasta el santo cordero,
con su fuente de la rosa,
y subo hasta la vieja escuela donde de
niño estudiaba,
vuelvo atrás por mis pasos y me dirijo
a la iglesia cristiana,
con su campanario antiguo a la
izquierda saludando a la montaña.
Camino hacia la casa de la bujarda,
memoria de como se hacían antes las
casas,
cojo el camino que lleva al museo del
olivo,
me dirijo tranquilamente a la madre del
agua,
donde se puede ver el viejo molino con
su noria oxidada,
camino dirección hacia el pueblo,
para encontrarme con tu joya mas
sagrada,
antigua sinagoga Judía, hoy patrona
cristiana,
hago parada en la posada para dar gusto
a los sentidos,
y vuelvo a emprender de nuevo la
marcha,
para visitar y refrescarme en tu río.
Es difícil pueblo mío,
visitarte y no dejarse el alma,
hoy tengo el corazón en un puño,
recordando de la niñez todas mis
andanzas.