Esa España oscura de blanco y negro,
de rojos y azules, de mantilla y
peineta,
esa España de tardes de matanza de
toros,
de pasodobles y fiesta de guardar.
Esa España rancia de misas y rosarios,
de cadenas, de mordazas en la boca y
cárcel,
esa España de dictadura monárquica
encubierta,
de ladrones en el senado y en la corte.
Esa España de amigos con sobres,
de cheques en blanco al portador,
esa España de comunidades que se
rompen,
de puñaladas por la espalda y golpes
en el pecho.
Esa España de políticos corruptos,
de tarde de café y tute en los bares,
esa España de empresarios y banqueros,
de excrementos, vómitos y heces.
Esa España de justicia ciega según
apellido y cache,
de muertos en el fondo de un pantano o
enterrados en cal,
esa España de terratenientes y hijos
sin reconocer,
esa España que ni Dios sabe donde va.
Esa España de programas casposos en la
tele,
de frikis incultos, de opiniones
guion-izadas y de futbol,
esa España de perroflautas, ocupas y
desahucios de pobres,
esa España de conciencia turbia y
dignidad por los suelos.
Esa España que aun sigue en las
trincheras,
de izquierdas de derecha y derecha
radical,
esa España de sotanas manchadas de
pecados,
esa España sin principios, esa España
con maldad.
Esa España de mendigos buscando comida
en la basura,
esa España africana que no tiene pan, ni trabajo, ni libertad,
esa España racista, xenófoba,
machista y radical,
esa España podrida, mal oliente y
putrefacta,
esa España que se acerca sin remedio a
su final.
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