Se le apagaron los días soleados,
y se le encendieron las noches oscuras,
entre el recuerdo,el dolor y el
insomnio,
escribió con lagrimas una carta a la
soledad.
Convoco un día mas a sus demonios,
en una habitación junto con su desecha
alma,
dejo su alas en el suelo para nunca mas
volar,
maldiciendo al amor y a la que le
enseño a amar.
La voluntad se le quebró y se le hizo
pedazos,
con su imagen maltrecha en el cristal,
mientras su piel fue arrugándose con
los años,
y el venenoso tiempo le clavo su puñal.
Se le fueron apagando las ganas,
se le fue quebrando la ilusión,
mientras su cabeza se vestía con canas,
y la desdicha tomaba cada rincón.
El destino jugo con su corazón,
al juego doloroso y solitario,
de dejar espinas en su cama,
y frialdad eterna en su colchón.
Rogó a dios la muerte y su partida,
no quiso mas jugar al ajedrez,
pues en su desdichada vida,
no fue feliz ni una sola vez.
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