llegaron los momentos de zozobra y
dolor,
las arritmias que provocaban los
lamentos,
y las ausencias de tu cuerpo en mi
colchón.
Quedaron los besos tatuados en nuestro
ser,
brotaron las lagrimas contenidas en el
corazón,
el alma quedo tirada en el anden mientras partía el tren,
en el momento que resonaba un frío y
simple adiós.
Quedaron los sueños en los huesos,
se pudrió la cebolla y nos robaron el
pan,
dejándonos heridas incurables en el
cuerpo,
cubriendo de luto nuestra voluntad.
Quedaron los minutos muertos,
en mentira quedo nuestra voluble
verdad,
nacieron las noches con ausencia y
frío,
y nos visito la cruel y cierta
realidad.
Quedaron las miradas ciegas,
la distancia congelando el ayer,
las manos inertes esperando la vida,
y la condena del recuerdo en la piel.
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