Deje de buscarte en mis noches,
deje de vivirte en mis largos días,
deje de esperarte en el porche,
deje de morir en mi la agonía.
Deje de retar a la vida y al universo,
deje de encontrarte en los extremos,
deje de nacer y morir en tus brazos,
deje por amor cicatrices en mi cuerpo.
Deje de buscarte en las palabras,
olvide las miradas sin tiempo,
deje de buscarte en la soledad,
y en el vació de mi lecho.
Deje que brotaran y corrieran mis
lagrimas,
deje de añorar tus abrazos y besos,
deje de mirar al infinito y a la
distancia,
y le puse alas nuevas a mis sueños.
Deje de preguntarme porque fue,
deje de buscar excusas y lamentos,
deje de hundirme en las tempestades,
que azotaban con fuerza mi cuerpo.
Deje marchar al odio y el deseo,
en el barco que comandaba la rabia,
hacia los mares del olvido y el perdón,
con destino y sin retorno a la nada.
Deje de buscarte en mis segundos,
habite la casa del perdón y la
humildad,
cure con amor y sueños mi corazón,
y entregue mi alma a la libertad.
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